Durante décadas, Suecia y Finlandia se han abstenido de unirse a otros países occidentales en la alianza militar de la OTAN. Para Suecia, habría puesto en peligro su neutralidad a largo plazo. Para Finlandia, era más realista no parecer que se estaba preparando para Rusia, con la que comparte una frontera de 810 millas y contra la que libró brutales guerras en el siglo XX.
Pero como Juan henley Dice miguel neto, La invasión rusa de Ucrania (otro país europeo no perteneciente a la OTAN) lo cambió todo. Esta semana, los dos países presentaron formalmente sus solicitudes para unirse a la alianza militar. Es un movimiento que ha sido recibido con hostilidad y amenazas por parte de Rusia, pero que inyecta nueva vida a una alianza que parece estar tambaleándose. Con los presupuestos de defensa recortados en toda Europa, la presidencia impredecible de Donald Trump y un sentido de propósito a la deriva, el futuro de la OTAN ha sido abiertamente cuestionado. Ya no.
Entonces, con el rejuvenecimiento de la OTAN, ¿fue la guerra de Vladimir Putin en Ucrania no solo un error de cálculo con respecto a sus objetivos militares a corto plazo, sino también un desastre estratégico más amplio?
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