Los olores, como el del café, las flores o el pastel de calabaza recién hecho, son creados por moléculas aromáticas liberadas por diversas sustancias y detectadas por nuestro olfato. En esencia, olemos las moléculas, la unidad básica de la materia que conserva sus propiedades físicas y químicas.
Un equipo de investigación dirigido por el Dr. Zhou Wen del Instituto de Psicología de la Academia de Ciencias de China ha descubierto que este proceso de “olfato” implica analizar características estructurales submoleculares.
El estudio fue publicado en línea en La naturaleza del comportamiento humano. El 18 de marzo.
En este estudio, los investigadores perturbaron el procesamiento de características moleculares explotando la adaptación, un mecanismo fundamental por el cual respuestas neuronales específicas se degradan después de una estimulación repetida o prolongada. También explotaron las relaciones subestructurales y superestructurales entre los compuestos seleccionados.
Las evaluaciones sistemáticas del comportamiento de más de 400 participantes revelaron una alteración en el «olor» uniforme del complejo después de la adaptación a la infraestructura. El compuesto empezó a oler como un compuesto diferente que representaba la parte no adaptada. Es importante destacar que este cambio se produjo independientemente de las características de percepción olfativa, como la intensidad y el placer.
Comparaciones adicionales de las fortalezas y patrones de las respuestas cerebrales provocadas por olores antes y después de la adaptación de la subestructura indican que las actividades en la corteza piriforme anterior y la amígdala transportan información estructural local. Estas áreas olfativas se proyectan a la corteza piriforme posterior, que se sabe que representa el olor de los objetos mediante codificación de conjunto. En la corteza piriforme posterior, la adaptación subestructural hace que el patrón de respuesta al compuesto sea más similar a la respuesta a la parte no adaptada del compuesto (a diferencia de la parte adaptada), lo que es paralelo a las observaciones de comportamiento.
Los resultados arrojan nueva luz sobre el cálculo neuronal subyacente a la formación de olores. Establecieron una correspondencia directa entre la codificación de características químicas submoleculares y lo que olemos, y demostraron que las representaciones perceptivas y neuronales de sustancias olorosas no son estáticas, sino que pueden modificarse dinámicamente mediante encuentros olfativos recientes.
Según los investigadores, los olores que experimentamos son, por lo tanto, manifestaciones del análisis y la síntesis en curso en el sistema olfativo, respiración a respiración, de características estructurales y relaciones entre compuestos volátiles en nuestro entorno químico en constante cambio.
Este estudio fue apoyado por los Grandes Proyectos STI2030, la Academia de Ciencias de China y la Fundación Nacional de Ciencias Naturales de China.
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