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Las esférulas que se cree que datan del impacto de un meteorito en 2014 pueden tener 790.000 años más.

Las esférulas que se cree que datan del impacto de un meteorito en 2014 pueden tener 790.000 años más.

Nuestro sistema solar no existe de forma aislada. Se formó dentro de una guardería estelar con cientos de estrellas hermanas, y aún hoy tiene interacción ocasional con objetos interestelares como 'Oumuamua y Borisov. Por tanto, es razonable suponer que algún material interestelar ha llegado a la Tierra.

Recientemente, Avi Loeb y su equipo recibieron mucha atención con un estudio que afirmaba haber encontrado algunos de estos objetos interestelares en el fondo del océano. Pero un nuevo estudio encuentra que este material es de origen mucho más local.

El estudio original se basa en un meteorito de 2014 que entró en la atmósfera de la Tierra frente a la costa de Papúa Nueva Guinea. Las observaciones de su trayectoria de impacto indicaron que pudo haber sido de origen extraterrestre. Ya que tenemos una idea de dónde cayó, ¿por qué no buscamos sus restos?

Esto llevó al equipo de Loeb al fondo marino cerca de Papua Nueva Guinea, donde encontraron pequeñas bolas ricas en hierro conocidas como bolitas. El estudio analizó la composición de estos glóbulos y encontró que la distribución de isótopos era tan inusual que debía tener un origen interestelar.

Los isótopos de hierro de estos gránulos muestran un origen local. (Desch, et al.)

Si bien esto suena convincente, existen algunas advertencias. La primera es que no se conoce con precisión la trayectoria del meteoro de 2014. Conocemos el área de impacto general, pero los datos simplemente no son lo suficientemente buenos como para demostrar que estos perdigones provienen de este meteorito en particular.

La segunda es que los isótopos “inusuales” no son infrecuentes dentro de nuestro sistema solar. Como muestra el nuevo estudio, existe una distribución de las proporciones de isótopos de hierro para los objetos que emergen en el sistema solar, específicamente las proporciones de 57Fe y 56Fe.

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El porcentaje de células “extrañas” se encuentra dentro de este rango. Afortunadamente, las probabilidades de ser interestelares son inferiores a 1 entre 10.000, por lo que estos glóbulos tienen un origen local.

Pero probablemente se formaron a partir de una colisión, por lo que este nuevo estudio va más allá. ¿Existe algún efecto conocido del que se originaron estos gránulos? Resulta que sí.

La zona en la que fue encontrada forma parte de lo que se conoce como Campo Australiano de Tektita Dispersa. Se trata de un vasto campo que se extiende desde el Sudeste Asiático hasta la Antártida y surgió de una gran colisión hace 790.000 años. El equipo examinó otras proporciones de isótopos y descubrió que eran consistentes con otras tectitas australianas conocidas.

Entonces estos pellets específicos tienen un origen local. Pero esto no significa que no existan meteoritos interestelares. Teniendo en cuenta lo que sabemos, es casi seguro que hay objetos interestelares en la Tierra esperando ser encontrados. Sólo tenemos que seguir buscándolos.

Este artículo fue publicado originalmente por El universo hoy. Leer el Artículo original.