Mi gran amigo y distinguido pensador, Yoga Adola, siempre hay una capa oculta en las acciones del presidente Museveni.
He leído con interés el análisis que busca descubrir las implicaciones más profundas de la última medida del presidente Museveni, que ha permitido a la oposición organizar manifestaciones en todo el país. Se trata de un marcado alejamiento de su tradición política de 37 años, donde este tipo de acontecimientos suelen desencadenar una respuesta estatal violenta.
El profesor Oyega Afonadola, un respetado ecologista, ha hecho un intento encomiable de comprender esta transformación. Siempre he sostenido eso
Los mejores politólogos suelen ser biólogos o ecologistas, porque comprenden los comportamientos innatos de los organismos. Esta perspectiva se alinea con el artículo del profesor Oginga Latigo que compartí ayer, que sostiene que podemos aprender lecciones valiosas sobre la sucesión de los árboles.
Si bien el enfoque del profesor Avonadola -que apunta a descubrir significados ocultos- es sólido, creo que no llegó a una conclusión obvia. Todos sabemos que su exjefe de FRONASA y actual jefe, Senior Mutengesa, es nada menos que un gran profesor político. Ante unas tasas decrecientes de gobernanza global, debido principalmente a la exitosa campaña internacional de la oposición –impulsada por la resonancia de Robert Kyagulanyi con el movimiento New Age–, Museveni está contemplando un golpe maestro de redención.
Museveni se destaca por mantener un sentido de ambigüedad moral y estratégica en el escenario global, razón por la cual dirige un sistema de gobierno híbrido. A nivel local, el problemático hijo del presidente hizo sentir su presencia, caminando con, en palabras de Liam Taylor, «un grupo variopinto de traficantes colgando de sus colas».
A pesar de esto, todavía no ha articulado una alternativa seria, mientras critica audazmente el único legado de su padre, el Movimiento de Resistencia Nacional, en tuits desdeñosos. El presidente, siempre un estratega, no se ha quedado de brazos cruzados. Si bien mantuvo muestras públicas de afecto por su hijo, lo desarmó sutilmente, llegando incluso a convertirlo en el padrino de boda en la reciente celebración de su 50 aniversario.
La semana pasada, el experimentado político de alto rango hizo un movimiento brillante, utilizando a Bobi Wine como peón en el tablero de ajedrez global y local. Al permitir que Bobi Wine proceda sin interrupciones (aunque sólo sea temporalmente), el presidente busca ganarse el favor de las democracias occidentales. Las imágenes de los partidarios de Bobi Wine pegando pegatinas en la espalda de los agentes de policía, que no pueden hacer más que obedecer, probablemente reforzarán las credenciales democráticas del presidente a los ojos de Occidente.
A nivel local, Bobi Wine actúa como una contramedida eficaz contra su hijo Muhoozi, que se está volviendo cada vez más asertivo. Al llamar la atención sobre el entusiasmo genuino y la rebeldía entre la multitud de Bobi Wine, el Presidente envía un mensaje no tan sutil a su hijo para que reconsidere su comportamiento imprudente, poniendo así en duda la validez de las reuniones anteriores de su hijo.
Museveni tiene una habilidad especial para elegir a sus rivales políticos, y este último movimiento es un golpe maestro destinado no sólo a desestabilizar a su hijo, sino también a configurar el panorama electoral de 2026 como una contienda principalmente entre él y Bobi Wine. Esto efectivamente deja de lado a otros posibles contendientes como Montu, Besigye, Mao y Bua, ya que la narrativa ahora se centra en gran medida en los candidatos seleccionados.
En esencia, el escenario ya está preparado para las elecciones de 2026, y Museveni y Bobi Wine ya han tomado la delantera. Desde mi punto de vista general, está claro que Museveni todavía tiene firmemente el control. Si bien puede haber cierto descontento dentro de los servicios de seguridad, nadie se atreve a desafiarlo directamente, en parte porque consideran que tal medida es contraproducente, dada la brevedad del mandato que le queda.
Pero esta cautela no se extiende a su hijo Muhouzi, considerado más vulnerable a las críticas internas.
Otro punto de vista
Aunque la especulación es interesante, los riesgos son altos y el resultado es inherentemente impredecible. Nunca en nuestra historia habíamos visto multitudes tan espontáneas, encabezadas por jóvenes, unirse detrás de un candidato presidencial que no tiene fuerza militar.
Surgen preguntas: ¿Le falta a Muhoozi Kainrugaba el apoyo de su anciano padre para suceder al presidente, lo que genera comparaciones con regímenes dictatoriales en países como Gabón? ¿O se trata simplemente de una ilusión, derivada de la inseguridad de la clase dominante acerca de la riqueza relacionada con el Estado?
Si bien es tentador predecir lo que nos deparará los próximos días, la especulación puede no ser fructífera. En última instancia, la clave para resolver estos problemas reside en comprender el papel del neocolonialismo en el empobrecimiento y la explotación de nuestros recursos materiales y humanos. Este período de agitación representa una oportunidad para que los think tanks africanos restablezcan su planificación estratégica para la nueva África.
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